La ética kantiana es una teoría ética deontológica
formulada por el filósofo alemán Immanuel
Kant. Desarrollada como producto del racionalismo
ilustrado, está basada en la postura que la única cosa intrínsecamente
buena es una buena voluntad; una acción solo puede ser buena, por tanto, si su máxima, el principio
subyacente, obedece a la ley
moral. Central a la construcción kantiana de la ley moral es el imperativo categórico, que actúa sobre todas
las personas, sin importar sus intereses o deseos. Kant lo formuló de varias
maneras. Su principio de universabilidad requiere que,
para que una acción sea permisible, debe ser posible aplicarla a todas las
personas sin resultar contradictorio. Su formulación de la humanidad como un
fin en sí misma exige que los humanos nunca sean tratados meramente como un medio para un fin, sino
también un fin en sí mismos. La formulación de la autonomía concluye que los
agentes racionales están obligados a la ley moral por su propia voluntad,
mientras que el concepto de Kant del Reino de los fines exige que
las personas actúen como si los principios de sus propias acciones
establecieran una ley para un reino hipotético. Kant también distinguió entre
deberes perfectos e imperfectos. Un deber perfecto, como el deber de no mentir,
es siempre verdadero; uno imperfecto, como donar a la caridad, puede
flexibilizarse y aplicarse en un tiempo y espacio particulares.
La afirmación de que todos los
humanos merecen dignidad y respeto como agentes autónomos implica que los
profesionales médicos deberían estar felices porque sus tratamientos se
realicen en quienquiera, y que los pacientes nunca deben ser tratados
simplemente cómo útiles para la sociedad. La actitud de Kant hacia la ética
sexual surge por su postura
que los humanos nunca deben usarse simplemente como medios para un fin, lo que
le llevó a considerar la actividad sexual como degradante y a condenar ciertas
prácticas sexuales. Filósofas feministas han empleado la ética kantiana para condenar prácticas como la prostitución y la pornografía debido a que no tratan a las
mujeres como fines. Kant también creía que, ya que los animales no poseen
racionalidad, no podemos tener deberes hacia ellos excepto el deber indirecto
de no desarrollar inclinaciones inmorales mediante la crueldad animal. Usó el
ejemplo de mentir como una aplicación de su ética: debido a que existe un deber
perfecto de decir la verdad, nunca debemos mentir, incluso si parece que mentir
producirá mejores consecuencias que decir la verdad
Buena voluntad y deber
En el
conjunto de sus escritos, Kant construyó las bases para una ley ética a partir
del concepto del deber.3 Comenzó su teoría ética argumentando que la única virtud que puede ser
incondicionalmente buena es una buena voluntad. Ninguna otra virtud tiene este
estatus debido a que todas las otras virtudes pueden usarse para lograr fines
inmorales (la virtud de la lealtad no es buena si se es leal a una persona
malvada, por ejemplo). La buena voluntad es única en que siempre es buena y
mantiene su valor moral incluso cuando fracasa en el logro de sus intenciones
morales.4
Consideró la buena voluntad como un principio moral individual que libremente
elige usar a las otras virtudes para fines morales.5
Para Kant
una buena voluntad es una concepción más amplia que una voluntad que actúa por
deber. Una voluntad que actúa por deber es distinguible como una voluntad que
supera los obstáculos con el fin de cumplir la ley moral. Es por tanto un caso
especial de buena voluntad que se hace visible en condiciones adversas. Kant sostiene que solo los actos realizados
por deber tienen valor moral. Esto no quiere decir que los actos realizados
solamente en conformidad con el deber sean despreciables (estos todavía merecen
aprobación y apoyo), pero las acciones que se realizan por deber poseen una
consideración especial.6
La
concepción kantiana del deber no implica que las personas realicen sus tareas
de mala gana. Aunque el deber a menudo limita a las personas y las motiva a
actuar en contra de sus inclinaciones, todavía proviene de la voluntad de un
agente: desean mantener la ley moral. Por lo tanto, cuando un agente realiza
una acción por deber es porque los incentivos racionales le importan más que
sus inclinaciones opuestas. Kant deseaba
ir más allá de la concepción de la moral como deberes externamente impuestos y
presentar una ética de autonomía, donde los agentes racionales reconocen
libremente las exigencias que la razón les hace.7
Deberes perfectos e imperfectos
Al
aplicar el imperativo categórico, surgen deberes debido a que el fracaso de
cumplirlos resultará ya sea en una contradicción en la concepción, ya sea en
una contradicción en la voluntad. Los primeros se clasifican como deberes
perfectos, los últimos como imperfectos. Un
deber perfecto es cierto siempre: existe un deber perfecto de decir la verdad,
por lo que nunca debemos mentir. Un deber imperfecto permite flexibilidad: la
caridad es un deber imperfecto porque no estamos obligados a ser completamente
caritativos en todo momento, pero podemos elegir las ocasiones y lugares en los
que lo somos.8 Kant
creía que los deberes perfectos son más importantes que los deberes
imperfectos: si surge un conflicto entre deberes, debe seguirse el deber
perfecto.9
Imperativo categórico
La
formulación primordial de la ética kantiana es el imperativo
categórico,10 de la que deriva cuatro
formulaciones adicionales.11 Kant hace una distinción entre
imperativos categóricos e hipotéticos. Un
imperativo hipotético es uno que debemos obedecer si queremos satisfacer
nuestros deseos: "ir al médico" es un imperativo hipotético, porque
solo estamos obligados a obedecerlo si queremos mejorarnos. Un imperativo
categórico nos obliga a pesar de nuestros deseos: todo el mundo tiene el deber
de no mentir, independientemente de las circunstancias e incluso si hacerlo nos
beneficia. Estos imperativos son moralmente vinculantes ya que se basan en la
razón, en lugar de hechos contingentes sobre un agente.12 A diferencia de los imperativos
hipotéticos, que nos obligan en la medida en que somos parte de un grupo o sociedad
con los que tenemos deberes, no podemos excluirnos del imperativo categórico
porque no podemos optar por dejar de ser agentes racionales. Le debemos
obligación a la racionalidad en virtud de ser agentes racionales; por lo tanto,
el principio moral racional se aplica a todos los agentes racionales en todo
momento.13
Universalización
La
primera formulación de Kant del imperativo categórico es el de la
universabilidad:14
Obra solo según una máxima tal,
que puedas querer al mismo tiempo que se torne en ley universal.
Cuando
alguien obra, es de acuerdo a una regla o máxima. Para Kant, una acción solo está permitida si uno
está deseando que la máxima que permite la acción sea una ley universal
conforme todos obrasen.15 Las máximas fallan esta prueba
si producen una contradicción en la concepción o en la voluntad cuando son
universalizadas. La primera ocurre cuando, si una máxima fuese universaliza,
deja de tener sentido ya que la "máxima necesariamente se destruiría a sí
misma tan pronto como se hiciese una ley universal".17 Por ejemplo, si la máxima
"Es aceptable romper promesas" se universalizara, nadie confiaría en
ninguna promesa, así que la idea de una promesa perdería su sentido; la máxima
sería autocontradictoria, ya que, cuando universalizada, las promesas dejan de
tener significado. La máxima no es moral porque es lógicamente imposible de
universalizar: no podríamos concebir un mundo en el que esta máxima fuese
universalizada.18 Una máxima también puede ser
inmoral si crea una contradicción en la voluntad cuando se universaliza. Esto
no significa que sea lógicamente contradictoria, sino que la universalización
de la máxima conduce a un estado de cosas que ningún ser racional podría
desear. Por ejemplo, Driver argumenta que la máxima 'No haré caridad' produce
una contradicción en la voluntad cuando se universaliza porque un mundo en el
que nadie da a la caridad no sería deseable para la persona que se comporta
bajo esa máxima.19
Kant
creía que la moralidad es la ley objetiva de la razón: así como las
objetivas leyes físicas exigen acciones físicas (las manzanas caen a causa de
la gravedad, por ejemplo), las objetivas leyes racionales obligan acciones
racionales. Por consiguiente creía que un ser perfectamente racional también
debe ser perfectamente moral, porque un ser perfectamente racional subjetivamente encuentra necesario hacer lo que
es racionalmente necesario. Debido a que los seres humanos no son perfectamente racionales (obran
en parte por instinto), creía que los seres humanos deben someter su voluntad
subjetiva a las leyes racionales objetivas, lo que llamó la obligación de
sometimiento.20 Argumentó que la ley objetiva
de la razón es a priori, existente externamente del ser
racional. Del mismo modo que las leyes físicas existen antes de los seres
físicos, las leyes racionales (moral) existen antes de los seres racionales.
Por lo tanto, según Kant, la moral racional es universal y no puede cambiar
dependiendo de las circunstancias.21
La humanidad como un fin en sí misma
La
segunda formulación de Kant del imperativo categórico es tratar a la humanidad
como un fin en sí misma:
Obra de tal modo que trates a la
humanidad, tanto en tu persona como en la de cualquier otro, siempre como un
fin y nunca solamente como un medio.
Kant
sostenía que los seres racionales nunca pueden tratarse simplemente como un
medio para un fin; siempre deben tratarse también como fines en sí mismos, lo
que requiere que sus propios motivos razonados deban ser igualmente respetados.
Esto se deriva de su afirmación de que la razón motiva la moral: exige que
respetemos la razón como un motivo en todos los seres, incluidas otras
personas. Un ser racional no puede racionalmente consentir ser utilizado
simplemente como un medio para un fin, por lo que siempre deben tratarse como
un fin.24 Kant lo justifica argumentando
que la obligación moral es una necesidad racional: aquello que es deseado
racionalmente es moralmente correcto. Debido a que todos los agentes racionales desean
racionalmente ser un fin y nunca solo un medio, es moralmente obligatorio que
se les trate como tales.25 26 27 Esto no significa que no podamos
tratar nunca a un humano como un medio para un fin, sino que cuando lo hacemos
tenemos que tratarlo además como un fin en sí mismo.24
Fórmula de autonomía
La
fórmula de autonomía kantiana expresa la idea de que un agente está obligado a
seguir el imperativo categórico debido a su voluntad racional, en lugar de
cualquier influencia exterior. Kant creía que toda ley moral motivada por el
deseo de cumplir algún otro interés rechazaría el imperativo categórico, lo que
lo llevó a argumentar que la ley moral solo debe surgir de una voluntad
racional.28 Este principio requiere que las
personas reconozcan el derecho de los demás a actuar de manera autónoma y
significa que, ya que las leyes morales deben ser universalizables, lo que se
requiere de una persona se requiere de todos.29 30 31
Reino de los fines
Otra
formulación del imperativo categórico es el Reino de los fines:
Obra como
si por medio de tus máximas fueras siempre un miembro legislador en un reino
universal de los fines.
Esta
formulación requiere que las acciones se consideren como si su máxima fuese proporcionar
una ley para un hipotético Reino de los fines. En consecuencia, las personas
tienen la obligación de obrar bajo principios que una comunidad de agentes
racionales aceptaría como leyes.34 En tal comunidad, cada individuo
solo aceptaría máximas que puedan regir a todos los miembros de la comunidad
sin tratar a ningún integrante meramente como un medio para un fin.35 A pesar de que el Reino de los
fines es un ideal —las acciones de otras personas y los eventos de la
naturaleza aseguran que acciones con buenas intenciones a veces resulten en
daños— todavía se nos exige actuar categóricamente, como legisladores de este
reino ideal.36
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